José Guadalupe Posada, uno de los grandes artistas mexicanos, fue artífice de imágenes costumbristas que han influido en generaciones que le precedieron por la teatralidad y expresividad de sus obras. Motivado por el gran éxito de La marcha de Cádiz en el Teatro Principal, creó un grabado del popular dúo de los patos, número que la primera tiple malagueña Rosario Soler había popularizado al interpretar el rol de Clarita.
Yo soy el pato.
Yo soy la pata.
Que en el estanque
suele nadar.
Ven acá, ingrato
Ven acá, ingrata.
Nada que nada
sin descansar.
Cuando algún pato
se muestra ingrato.
La pata suele moverse así.
Hasta que tierno
y enamorado
la dice el pato
con frenesí.
Cara-ca cuá, cara-ca-cuá
Ven acá, patita, no seas tan mala;
mira que te quiero, no ahueques el ala,
No quiero mirarte,
Déjame a solas,
porque ningún pato se arrimó a mi cola.
Reina del estanque voy a hacer que seas.
Es usted un bicho
Con malas ideas.
Si me quieres, haces
mi felicidad. (…)
El extraordinario éxito de La Soler se reflejó en publicaciones casi a diario durante el año 1897, lo que motivó que en tierras mexicanas desde entonces se le conociera con el sobrenombre de La Patita. Héctor de La Patria, el veintiuno de marzo de 1897, se expresa en estos términos:
(…) Rosario Soler nos hace desear, por un rato, asistir a los Teatros, para escuchar cantar con esa gracia peculiar suya, que seduce y encanta, para verla bailar con ese amor y ese abandono de su persona, que emplea con tanto arte y tanta gentileza; el ya popular dúo de los patos. Rosario Soler es una patita monísima, como no habíamos visto otra igual; es una artista que se ha hecho querer del público, a tal grado, que a su lado las demás artistas que se presentan en escena, parecen desgarbadas, feas y sin chiste.
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